jueves, 22 de diciembre de 2011

DESDE MI JARDÍN

Sentado en mi jardín
te he preguntado
mientras tus pies tocaban mi cintura
si alguna vez te quedarías a mi lado
el derecho,
te pregunte si antes de Julio
sabías sobre la hipocresía de unos ojos,
hablé sobre Azucena y primavera
mientras enfriabas mi costado
con tus dedos otoñales.

Hablé de tanto y dije poco
o hable de poco y dije menos.

Sentado en mi jardín
quería verte siempre
hasta el día
que levantes tus pantalones cortos
y tu voz de protesta.
Soy tan grande
que me quedaron chicas las juventudes
y si no te vas ahora
que nos quedaría,
ya no he podido retenerte
y mientras una mano te detiene
la otra te empuja a lo más lejos.

Tu que apoyabas tu vida en mi costilla
dijiste mucho en casi nada,
ahora quisiera que me hables
de Venecia y Luxemburgo
cuando ya no puedo oírte.

Mientras tu risa lamía mi rodilla
sentado en mi jardín
no he vuelto a verte
y la hipocresía de mis ojos Azucena
aplacaron las frialdades después de Julio.

sábado, 10 de diciembre de 2011

VUELVE A CASA

Vuelve a casa,
a la cama caliente
de sabanas blancas
de largos desayunos con café,
de periódicos y revistas
en las mañanas del piso veinte
de algún lugar del mundo.

Vuelve,
a los perfumes más antiguos,
a ella que olía a ti,
que te aguardaba al lado de la ventana,
que siempre pensaba en caracoles.

Regresa porque aquí huele a prado húmedo
a diario matutino,
a piel y nostalgia
donde tú eres solo el hombre,
la caja de sorpresas conocidas.

La alocada mujer
de tinta y pinceles
aún se sienta al lado del piano
a tocar tu melodía
todas las noches
y dibuja mil veces tus ojos taciturnos,
guarda bajo llave tus aromas,
graba tus sonidos con las navidades.
Agosto nunca será el mismo.

Vuelve a casa,
a la tuya
ángel cimarrón
a los sabores de Lima
a la canela y el pisco,
la vida puede ser dulce o amarga
como el chocolate
derritiéndose en tu boca.
A la distancia... se extraña.


FOTOGRAFIA

EL MUCHACHO AZUL

Quítate el abrigo
lleno se sal y de piedras
que no te deja andar
déjalo cerca al muelle
junto a los demonios
mientras se izan la velas blancas
de nuestra pequeña nave
en la cual zarparemos tal vez un mañana.

Nunca es tarde
me dijo aquel muchacho
que recogía algas a media noche
a medio día.
Tu eres el muchacho azul del muelle
el alma joven que dejé atrás
el que se cuela en estás líneas.

Has olvidado el rezo
al que te aferrabas desahuciado.

Hoy te observo desnudo, 
corriendo tras la alegría
tras los albatros y las gaviotas,
sobre esta arena oscura
como mis ojos,
dejando huellas que restaran
siempre en la orilla,
ya nada puede borrarlas
ya nada puede detenerte
anguila cariñosa, perla de los mares.

Bota la sal a tus aguas,
toma en tus manos las piedras
más redondas que la luna
y camina y corre
más rápido que nunca,
solo y nunca triste
sireno caminante.

Vestida con tu abrigo
te observo cuando partes
y te alejas de esta playa
que dejaste llena de paz
en busca de la felicidad.