mi vida ya había cambiado
y aunque los peones de la debilidad
estaban atentos
no pudieron evitarte
y si arrasaste con la esperanza, las ilusiones
y tres cuartos de pasión,
no te llevaste todo mi amor.
Ahora solo debo coserme las heridas
y la fidelidad
para que no se note
que pasaste como los huracanes,
la llama de un fósforo
o los taxistas,
para que solo seas
un punto en la Luna
una línea en la otra cara del Sol.
Asumo que me ayudarán
las chitas o los delfines
y acabaremos antes de la primavera,
mi querido amigo,
mientras tanto estoy en cuarentena
llena de palabras, cerca,
deseándote felicidad.
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